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La luz celestial que emana de una piedra lunar protege el hogar ancestral de los Marai. Cada cien años, cuando dicha luz comienza a menguar, se le asigna la tarea de encontrar otra piedra a una nueva Invocadora de Mareas... pues sin ella, la oscuridad engulliría a los Marai y caerían presa de los horrores que acechan en las profundidades.